Suma y sigue. Un paso más adelante en su carrera. Un escalón más arriba. Un nuevo listón derribado. Jon Rahm hizo en el THE PLAYERS lo que nunca había hecho antes en el PGA Tour.
Salió como líder en solitario en la última jornada. Fue la consecuencia de un golf excepcional de jueves a sábado, especialmente en la tercera jornada, día en el que bordó el juego con una tarjeta de 64 golpes.
Jon no pudo ganar el torneo el domingo. Llegó con vida hasta el hoyo 16, pero finalmente se le escapó por un mal día con el drive y una gran actuación de Rory McIlroy, triunfador final del torneo. Es una experiencia más que añadir a su carrera. Nunca antes salió tan arriba en una última jornada en un torneo tan grande. Es bagaje y aprendizaje.
Le costó ponerse en marcha en la última ronda, pero peleó como un jabato. Cometió tres bogeys en los primeros cuatro hoyos y cedió el liderato. Sin embargo, volvió con dos birdies majestuosos en el 6 y 8 y tomó de nuevo la cabeza. En el 11 firmó bogey tras irse al agua. Pareció que cedía, pero de nuevo regresó con un gran birdie en el 13.
A partir de ahí, sufrió desde el tee. No fue su mejor día con el drive. Falló las calles del 14, 15 y 16 y no pudo sacar rendimiento a esos hoyos. En el 14 logró un buen par, en el 15 hizo bogey y en el 16, hoyo de birdie y hasta de eagle, se tuvo que conformar con el par. Finalmente, mandó la bola al agua en el 17 para un cruel final. Hizo doble bogey y perdió muchas posiciones. Acabó duodécimo.
Como decimos, no fue el mejor domingo para ganar el torneo, pero se ganó con creces la posibilidad de acabar, como mínimo entre los cinco primeros.
En cualquier caso, es una puerta más que ha derribado Jon. Su actitud fue ejemplar durante toda la semana, se mantuvo calmado y concentrado durante los cuatro días. Respondió con muchísima altura a las adversidades y seguro que esta experiencia será crucial para las próximas grandes citas.