Jon Rahm juega esta semana el Waste Management Phoenix Open, torneo del PGA Tour que se disputa en el TPC Scottsdale de Arizona. Es decir, juega en casa, no como en Barrika, pero casi. Aquí es donde vive la mayor parte del año, donde entrena y donde terminó de moldearse como jugador a las órdenes de Tim Mickelson en la Universidad de Arizona State.

Es una cita con mucho encanto para Rahm. Y no sólo por todo lo comentado anteriormente, sino también porque fue aquí donde envió el primer aviso a navegantes al golf mundial, cuando aún era amateur y jugó el torneo con una invitación allá por 2015. Entonces, Jon acabó en quinta posición y dejó un mensaje: “esperadme, que vengo pronto”.

Y tan pronto. Apenas tres años después ha llegado como Número 2 del mundo y después de haber tenido ya una primera oportunidad de ser Número 1. Será una buena semana para templar los ánimos tras la montaña rusa del Farmers Insurance Open. En Phoenix toca disfrutar con una afición ruidosa y entregada. Como buen Sun Devil, Jon es uno de los ídolos allí.

Por si fuera poco, jugará las dos primeras rondas con Phil Mickelson, por lo que la atención y el apoyo están más que garantizados. Los dos jugadores con los mejores registros en la historia de Arizona State mano a mano. Es una semana para coger un buen cubo de palomitas y disfrutar. Ya habrá tiempo para otras más estresantes.

Eso sí, después, ya veremos. Una cosa es lo que dice la teoría y otra bien distinta la práctica. Si todo va sobre ruedas y Rahm se deja una opción para ganar el domingo, seguro que habrá presión, la presión que más le gusta a Jon, la que le motiva. Ese es el objetivo.

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