Segundo WGC de su carrera y segunda vez que se queda a las puertas de ganarlo. Jon Rahm ha cerrado una semana excepcional en el Dell Technologies Match Play Championship, segundo Campeonato del Mundo del año que tiene la particularidad de que se juega en formato match play.

Rahm jugó siete partidos en el Austin Country Club y ganó seis. Sólo cedió en la gran final ante Dustin Johnson, a la sazón el Número 1 del mundo y, sin duda, el jugador más en forma del planeta en estos momentos.

Rahm ha rubricado una actuación extraordinaria. Superó la fase de grupos derrotando a jugadores tan contrastados y poderosos como el norteamericano Kevin Chappell (3 y 2), Shane Lowry (2 y 1) y Sergio García (6 y 4). Pasó a los octavos de final del torneo con un parcial inmaculado de tres victorias en tres partidos.

El sábado se jugaron los cruces de octavos y cuartos de final. Jon jugó de manera excelsa, sin cometer errores y rozando la perfección. Se metió como un avión en las semifinales tras derrotar primero a Charles Howell III (6 y 4) y después a Soren Kjeldsen (7 y 5). Abrumador.

En semifinales, ya el domingo, se vio las caras con Bill Haas. Nueva victoria. Derrotó al norteamericano por 3 y 2, con un final de vuelta explosivo, firmando cuatro birdies en los cinco últimos hoyos.

Sólo quedaba el último escalón, un paso más. Eso sí, el más difícil. Además de verse las caras con el mejor jugador del mundo, delante estuvo el mejor golfista del torneo. Johnson se plantó en la final sin haber ido por detrás en ningún momento en los seis partidos anteriores. Mucho poderío. Jon sabía que iba a necesitar su mejor juego para tener una oportunidad de ganarle.

Sin embargo, no salieron las cosas, especialmente en los nueve primeros hoyos. Empezó muy bien en los dos primeros hoyos, con sendas opciones de birdie para haberse puesto por arriba, pero tras fallar el drive en el hoyo 3 el duelo se puso cuesta arriba. “Todo lo que podía salir mal, salía incluso peor. Esos nueve primeros hoyos fueron un desastre”, reconocía después el propio golfista de Barrika.

Las condiciones de juego no eran nada fáciles, el putt estaba frío y las cosas no salían. Jon se colocaba contra las cuerdas. Dustin Johnson llegaba a ponerse cinco arriba en el hoyo 8. La final comenzaba a tomar tintes épicos.

Rahm podría haber optado por tirar la toalla. Era un gran torneo, había llegado a la final y ahí estaba cayendo ante el Número 1. No había muchos reproches que hacerse. Sin embargo, la rendición no existe en el vocabulario de Jon. Johnson le abrió la puerta con dos bogeys consecutivos y él se metió hasta la cocina.

A partir del hoyo 13 soltó la adrenalina con un drive sensacional a green. Hizo birdie, otro más en el 15 y un tercero en el 16. En un visto y no visto se había dado la opción de ganar el WGC. Se colocó a uno de Dustin Johnson. Fue a por todas en el hoyo 17, pero su golpe se quedó un poco corto y no pudo sacar el birdie. Siguió con vida. Nuevamente puso toda la carne en el asador con un drive de película en el hoyo 18. Buscó el eagle para ganar el hoyo…

Su golpe fue realmente bueno, pero se le quedó un chip muy difícil, complejo. Justo al golpear tuvo la mala suerte de que sonó el golpe de una puerta y afectó mínimamente a su concentración. Mínimamente, pero afectó. No tocó la pelota como quería y la bola no terminó de caer por una cuesta para llegar al hoyo. Se le quedó un putt de birdie imposible… Aún así, acabó metiendo un gran putt de par y obligó a Dustin Johnson a patear hasta el final.

La final de Jon fue una montaña rusa de emociones, pero una nueva demostración de que está ya entre los mejores jugadores del mundo. Consiguió llegar hasta el final pese a que no encontró su mejor juego durante una buena parte de la final. Tiró del plan B, de la garra, la casta y el corazón de león. Y consiguió al menos darse una oportunidad hasta el final.

La lectura final de la semana es positiva. “Claro que estoy algo triste por no haber ganado, pero creo que el balance es positivo. Hay muchas cosas buenas de esta semana. Voy a aprender muchas cosas y me sirve para confirmar que este es mi sitio, que pertenezco a estos torneos y a estas jornadas de golf. Estoy feliz por cómo ha sido la semana, aunque me habría gustado jugar mejor en la final en los primeros nueve hoyos, obviamente. He jugado dos campeonatos del mundo y he tenido opciones de ganar en los dos. Es para estar muy satisfecho. No sé cómo describir esa situación, pero desde luego estoy muy contento”, aseguró.

Rahm se ha colocado cuarto en la FedEX Cup, segundo en la Race to Dubai (con sólo dos torneos) y decimocuarto en el ránking mundial. Extraordinario balance apenas nueve meses después de hacerse profesional. Su siguiente reto se llama Shell Houston Open. A partir del jueves disputa un nuevo torneo del PGA Tour. Y la semana posterior espera ya el Masters de Augusta… Mucho por hacer y por contar.

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