En su querida Torrey Pines tenía que ser. En San Diego. No había un sitio más especial para que Jon Rahm construyera la victoria más grande hasta el momento en su carrera deportiva.

Ha ganado la edición número 121º del US Open Championship. Jon se hace GRANDE con apenas 26 años y en su intento número 20. Lo ha conseguido la primera vez que realmente ha llegado a los últimos hoyos con opciones de ganar una de estas citas mayores. Ahí está su casta de campeón.

Rahm ganó con una vuelta final de ensueño. Rubricó la mejor tarjeta del día, 67 golpes, y se impuso con un acumulado de seis bajo par. Empezó el día mandando un mensaje a todos sus rivales. Hizo birdie en los hoyos 1 y 2. Aquí estoy yo y he venido a ganar este torneo. Poco después caería el único bogey del día, en el 4, y a partir de ahí desplegó un golf soberbio. Se fue dejando opciones de birdie, pero no las terminaba de rematar, más allá de la del 9, con un tercer tiro de fábula que dejó a poco más de un metro.

Jon estaba jugando muy bien, pero se dejó lo mejor para el final. Hizo dos birdies antológicos en los hoyos 17 y 18, embocando dos putts muy delicados, con mucha caída, los dos cuesta abajo, con temple, preciosos, emocionantes. Dos putts para la historia del US Open. Lo hizo a la manera de Tiger Woods, en esa misma posición de bandera, haciendo, claro, birdie al 18. Porque así hace siempre las cosas Rahm, a lo Grande.

El golfista de Barrika entra en la historia una vez más al convertirse en el cuarto español diferente que gana un Grande y el primero que logra el US Open. Se une a Seve Ballesteros, José María Olazábal y Sergio García, pero deja su marca diferencial. Nunca el golf español había clavado esa pica. Es el noveno Grande para España.

Con este triunfo, soñado y perseguido por Jon, da un paso más adelante en su carrera, un paso de gigante. Recupera el Número 1 del mundo, se pone primero en la Race to Dubai del European Tour y segundo en la FedEx Cup. Jon ha conseguido todo esto delante de su mujer Kelley, su hijo Kepa y sus padres Edorta y Ángela. La historia no podía terminar de una manera más feliz, aunque la verdad es que la sensación que queda es que la leyenda no ha hecho más que empezar. Grande, Jon.

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